miércoles, 5 de octubre de 2016

Las últimas velas de invierno

Nos llenamos de pragmatismos superficiales para alimentar lo que no es.
Comimos de lo que creemos y nos miramos las espaldas,
para darnos un abrazo.
El tiempo pasa y el cactus que conservaba ya no está.
Tus ojos ya no me dicen mas que el silencio.
Me atraganté a café, y lo dije otra vez.
Llené cuadernos de borrones, lo volví a hacer.
Prometí no llorar... y lloré.
Estoy esforzándome, por no cargar con el peso de los demás sobre la espalda.
Si no comprendiste a Holden.
Si no me llamaste estúpido.
Si no me viste sangrar a escondidas, para llenar el contenido de todas las botellas que iban a abastecernos.
Ni cuanto frío soporté en el corazón,
ni cuanto calor propio puse en juego.
No era suficiente leña, y no generaba tanto fuego.
El reloj marcó las siete.
Habían pasado diez años.

Que tu esencia no se pierda, ni tus palabras queden en lo que fué.

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