lunes, 29 de febrero de 2016

Un momento, en un pedazo de papel.


Mis impulsos me obligan a escribir,  por que no me
 sale bien hablar mucho. Es que jamas hay buenos
 receptores. Pienso ¿Que necesidad de esto no?
 Quejarme del vacío en una persona, en un espacio
 donde hay millones y  millones de átomos
 incomprensibles en cantidad y formas. 
Me pienso en mi espejo, y repito como cada día
 "que mediocre", mientras nuevamente vuelvo a darle
 reproducción a la cancion que mas me rompe.

El océano en mí.

Necesitaba reconocerme o alejarme un tiempo mas de mí.
La búsqueda completa de mis pasos.
Bebida blanca, decisiones, estrellas lejos de ser soles.
Quería acabar con todos mis demonios,
el truco barato de emborracharlos.
Supongo que pensar es mi caos, y acomodarlo
alguna de las metas que desordeno.
El rojo estaba en su pelo, como en mi sangre.
Las mismas estupideces de siempre, son siempre mis favoritas.
Teologista de lo inmediato y los símbolos,
felicidad efímera a corto plazo.
me siento grande, y me haces sentir 
mucho mas de lo que después me siento en mi realidad.
Déjame caer rendido en el colchón,
supongo que ahi me ves mejor.
Luego despierto y las estrellas, que se creían soles,
no existen... 
                                                                     y me siento inmensamente solo. 


El peso de mis pesares.



Llueve. Me siento bien. Llueve. Me agobio. Me mojo. Me siento bien. Pienso. Me agobio. 
Me encierro. Me siento bien. Me agobio.
Mil millones de gotas cayendo como punzones y no puedo ocultar mi espalda.