miércoles, 19 de agosto de 2015

Desperté y yo estaba muerto


Esa fué la historia,
se la conté mil veces, se la sabía de memoría.
No  importaba, me gustaba ser reiterativo en eso.
Quería entenderme al explicarlo nuevamente,
al contar de nuevo como mis demonios me ahorcaban.
Como la sal parecía brotar de heridas cerradas,
Que en el silencio de la noche mi cabeza se aceleraba al ritmo de mi taquicárdico corazón.
Y que pensando en lo innecesario del ser de mi vida,
jamas encontraba redención de pensamientos.
Era mi madriguera, mi espacio en el tiempo,
mi punto en blanco, conversando otra vez con mi sombra.




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